EL
CELO DEL ESPÍRITU
1
Samuel 11:6-7
6 Entonces el Espíritu de Dios vino
con poder sobre Saúl y se enojó mucho. 7 Así que, tomó dos bueyes, los
cortó en pedazos y envió mensajeros para que los llevaran por todo Israel con
el siguiente mensaje: «¡Esto es lo que le pasará a los bueyes del que se niegue
a seguir a Saúl y a Samuel a la batalla!». Entonces el Señor hizo que la gente tuviera miedo del
enojo de Saúl, por lo tanto, todos salieron a la guerra como un solo hombre.
https://youtu.be/oZ-7wFbFFX4?si=KrSOuGQ2rBpHpJFk
Estimado
Lector:
Sentir
rabia, ira o indignación frente a la injusticia no es incorrecto. Pero a
menudo, la ira y el enojo por ofensas o daño personal dominan a las personas,
llevándolas a buscar su propia justicia y pagar mal por mal.
En
esta cita, se revela una ira (palabra usada en hebreo "af") producida
por el Espíritu Santo en Saúl para que no fueran indiferentes frente a la
amenaza que vivía el pueblo de Dios (la ciudad de Jabes de Galaad) por parte
del rey de Amón.
El
apóstol Pablo experimentó la misma ira al ver a Atenas entregada a la
idolatría. Este sentimiento, provocado en su espíritu, lo llevó a no permanecer
indiferente y a tener claro que debía hacer algo: predicar.
En
situaciones donde el mal y la injusticia afectan a otros, algunos suelen
mantener silencio o ignorar, simplemente porque no los afecta directamente.
Hoy, el Espíritu Santo despierta un celo, una ira santa, frente a la injusticia
y el dolor que otros padecen.
No
hay mayor necesidad en una vida que la necesidad de ser salvos y conocer a
Jesús. Es tiempo de abrir las bocas, es tiempo de predicar.